lunes, 2 de febrero de 2009

Paco Ibáñez-Los unos por los otros

Hablar de Paco Ibáñez es hablar de tres temas a la vez: música de cantautor, poesía y compromiso político de la música (con ‘m’ mayúscula). El transcurso del tiempo les ha ido «poniendo canas», con mejor o peor fortuna, a cada uno de ellos: la poesía pervive, por supuesto, pero el compromiso social de la música está bajo mínimos en estos tiempos de las radio «fórmulas» y los cantautores («trovadores y juglares», les llamó José Agustín Goytisolo) se han convertido en un mito, en una fábula del «futuro pasado» —permitidme parafrasear el título del inolvidable disco de The Moody Blues— que pervive en el recuerdo de los que entonces se llamaron progres, una generación ni mucho menos perdida que contribuyó al cambio de muchas sensibilidades.

Volvamos la vista atrás. Corre el año 1958 y una amiga de Ibáñez llega a Cadaqués con una grabación de prueba de canciones con letras de poemas de Góngora y Lorca. La «maqueta» es entregada a Salvador Dalí que, luego de escucharla, quiere conocer inmediatamente a aquel joven de cara seria y entrecejo casi siempre fruncido que le presta un cierto aire de tristeza. Del encuentro nacería posteriormente un disco cuya portada fue realizada por el pintor catalán y que contenía poemas cantados de los autores citados, tales como: Canción de jinete; El lagarto está llorando; La señorita del abanico o La más bella niña… Este disco anticipó al que nos ocupa —Los unos por los otros— una preciosa grabación de 1967 publicada en España por Polydor, con producción de Moshé Naim —un millonario amigo de Dalí que vivía en París— quien dedicó una parte de su dinero a financiar la cultura. Naim escribió en el encarte del vinilo que: «[…] Es destacable cómo la música escrita por Paco Ibáñez se compenetra con estos poemas, de forma que se creería que todo ello fue concebido y nacido junto. Su voz extraordinaria se une a ello para transmitírnoslo y hacerlo popular…».

El final del anterior párrafo presta relieve a la situación que se vivía entonces, a la que plantaron cara cantautores y productores: la censura franquista no dudó en intervenir y Paco Ibáñez —quien en 1971 se tuvo que exiliar en Francia— fue incluido en la lista de artistas prohibidos. Con ello, el vinilo se convirtió en un objeto «revolucionario», en un símbolo de la lucha contra la represión de la dictadura militar. Transmitir y hacer popular la poesía, fue el diáfano objetivo de esta obra que trascendió la belleza estética de sus impecables composiciones y su cuidada presentación —el encarte del L.P. reproducía 12 pinturas de José Ortega— para convertirse en uno de los símbolos de la generación que, algunos años después, encarnaría el cambio político en España.

Canciones/poemas como, por ejemplo, Andaluces de Jaén (el cantautor, sorprendentemente, pudo interpretarla en TVE, en 1968), en la que el contrabajo de Françoise Rabbath interpreta un diálogo maravilloso con la clara y potente voz de Ibáñez; La poesía es un arma cargada de futuro, en donde los versos de Celaya brotan combativos y enérgicos, para dar «vida, y provocar nuevos actos» al compás del vibrante sonido de la guitarra de Ibáñez o la música socarrona que acompaña el poema Don Dinero lograron que se comprendiera entonces que aquel disco era algo más, que se convertiría —como así ha sido— en una de las obras más importantes de la música española.

En alguna parte escribí que «aposté» en su momento por Paco Ibáñez, pero que «ganó» Joan Manuel Serrat, mas este debate no tiene sitio aquí, creo. Sí decir que la prolífica obra del cantautor catalán no puede compararse con la comparativamente «escasa» producción del primero: en su página web oficial (en donde se recibe al visitante con la canción La poesía es un arma…) se cuentan doce discos. Los prolongados silencios del músico nacido en Valencia y su carácter austero y poco dado a medrar en el mundo de lo mediático —nunca quiso aceptar los importantes premios que recibió en España y Francia— habrán sido, entre otras razones, los culpables del desconocimiento que sobre él tienen las nuevas generaciones.

Una falta de conocimiento por parte de los más jóvenes que también se da en el caso del disco aquí comentado: la bella portada del vinilo ha desaparecido por completo de los catálogos de reediciones y de Internet. Ni siquiera en la página oficial del cantautor el disco se llama así: ahora se titula Paco Ibáñez 2. Sin embargo, por encima de las necesidades editoriales del momento, aún queda el recuerdo de una época en que las grabaciones se vestían de calidad y arte, de unos tiempos en que algunos millonarios se arriesgaban a producir obras de autores desconocidos sin pensar en el beneficio inmediato.

Una época de ilusión y de creatividad que nunca volverá, pero que con trabajo y tenacidad se puede repetir algún día:

Si he perdido la vida, el tiempo,
todo lo que tiré como un anillo al agua.
Si he perdido la voz en la maleza,
me queda la palabra.

(Blas de Otero)




Canciones incluidas en el LP:
Los unos
- Gabriel Celaya
La poesía es un arma cargada de futuro

- Miguel Hernández
Andaluces de Jaén

- Rafael Alberti
Balada del que nunca fue a Granada

- Blas de Otero
Me llamarán, nos llamarán

- Blas de Otero
Me queda la palabra

- Gabriel Celaya
España en marcha


Los otros:
- Francisco de Quevedo
Don dinero

- Luis de Góngora
Déjame en paz, amor tirano

- Anónimo
La gran pérdida de Alhama

- Francisco de Quevedo
Romance satírico

- Luis de Góngora
Verdad, mentira

- Francisco de Quevedo
Es amarga la verdad (la pobreza)

3 comentarios:

Rocio dijo...

como me gusta Aute!!!lo tengo en casettes con una calidad nefasta, pero aun asi, canto con el.

Unknown dijo...

Leí la entrada sobre Paco Ibáñez del 2 de Febrero y me evocó inevitablemente a uno de sus temas: "Ya no hay locos"
Pero nada más lejos de la realidad, aunque pocos, sigue habiendo locos en España, yo tengo 17 años y hace dos que escucho a Paco, el año pasado fuí por primera vez a uno de sus conciertos y lloré durante tres canciones, no pude contenerme mientras sonaban las coplas de Manrique el déjame en paz amor tirano de Góngora y nocturno de Alberti. Pertenezco aunque me avergüenza decirlo a la generación del botellón del pasotismo y de la perdida de ideales o el volverlos huecos y vacios de sentido. Pero puedo asegurar que la memoria de Paco Ibáñez no morirá antes de que se apague la mía. Me ha encantado vuestro Blog. Un saludo

Shibui dijo...

Tu escrito sobre Paco Ibáñez me ha evocado mi adolescencia y una época revolucionaria que yo no llegué a vivir pero sentí cerca. En todo caso me ha parecido muy bueno tu acercamiento a uno de los grandes maestros de la canción de autor, el primero -creo- en lengua castellana de la península musicando "lloraba la niña" allá en el año 56.

Paco Ibáñez fue" mi primer amor" y el "primero" en mi corazón durante tiempo. Luego pasaron Serrat, Sabina (tuve mi affaire con e´l también) pero no ganó Serrat ni tampoco Ibáñez. Qué cosas. Al final ganó con bastante distancia de los segundos, por 0cierto, un desconmocido para las mayorías que renobaba la poesía cantada desde la austeridad y el silencio, sin prisas `pero sinp pausas. El maor vencedor fue el extremeño Pablo Guerrero. Ganó en su etapa setentera y apalizó en los 80 y noventa y milenio empezado, hasta hoy. Pero eso es otra historia ciertamente.

Paco Ibáñez fue una necesidad (y hoy aún más) estética y sobre todo ética y existencial. Un incombustible. Un artista con mayúsculas de una sensibilidad enorme para poner esa música que casa tan bien con tan buena poesía. También es un cabreado contante como él mismo dijo una vez en una entrevista. Y es que Ibáñez es un vitalista con mucha sangre en las venas y este mundo está sobrado -desgraciasdamente- de injusticias y cadenas.

Darte las gracias por tu recuerdo de este disco de voz, guitarra y contrabajo que aún pone los pelos de punta.

Bravo.