miércoles, 3 de octubre de 2007

Pedro Ruy-Blas-Teatro, circo y variedades



En 1970, el grupo de Fernando Arbex –Brincos- publicaba un disco, brutalmente bello y poseedor de maravillosas virtudes psicodélicas, titulado “Mundo, demonio y carne”. Lo que según el propio grupo, tal y como cuentan en el interior del álbum, pretendía ser un paso adelante y una progresión en su música, irónicamente, acaba siendo su epitafio. En los años ochenta, el cantautor Pablo Guerrero, se desmarca de su primer estilo, el folk de “A cántaros” y se alía con Suso Sáiz y otros experimentadores natos, para despiste de sus primeros seguidores, por cierto, que, a día de hoy, muchos todavía no han asimilado creo aquellas sus “nuevas” e interesantísimas intenciones, por no hablar del desconocimiento general de un público más amplio de toda esa etapa guerreriana.

Y si la cosa es así de triste e ingrata para aquellos que se atreven a renovarse –y vaya para ellos todo mi respeto y admiración- no resulta menos peliaguda para aquellos francotiradores que se sitúan en tierra de nadie en la música de nuestro país. Y no digamos ya si se les ocurre, como a Pedro Ruy-Blas, bregar en guerras de estilos musicales nada exitosos por aquí como por ejemplo, el jazz, el blues, el soul, el funk o las baladas tipo “crooner” por muy bien que estén trabados, adaptados e interpretados. Por si esto fuera poco, en un periódico de tirada nacional que no citaré, cuando se cita a músicos de la categoría de Pedro, de quién deberíamos estar bien orgullosos, no es para comentar o criticar lo que sabe hacer tan bien, sino que se entra a degüello y se cargan las tintas contra él de manera inmisericorde.

Se edita –por supuesto sin grandes promociones- en 1998 “Teatro, circo y variedades” el penúltimo disco hasta la fecha, que yo sepa, de Pedro Ruy-Blas. En él canta –como solo él sabe hacerlo- escribe la música y la mayoría de las letras e incluso firma la mayoría de los arreglos. Para esto se rodea de una lista de músicos que quita el hipo y el resuello, porque todos ellos juegan en primera división y todos de titulares, por hacer un símil deportivo. El productor es Andreas Prittwitz, conocido músico de la escudería Krahe y Sabina y muchos más por cierto, que han disfrutado de su buen hacer con los instrumentos de viento.

Canciones:

1.- para ser el primero
2.- excesivo calor
3.- sueño inmaterial
4.- amor de madrugada
5.- batuque bebé
6.- ella fue mi gran amor
7.- míster, ¿por qué no le cambia?
8.- sólo aprendemos a amar con el tiempo
9.- a los que hirió el amor
10.- fuera de combate
11.- puse todo mi amor
12.- neurótico terminal
13.- prisioneros de la tierra


La lista de canciones incluye trece cortes de variopinto género sonoro, aunque la línea argumental –musicalmente hablando- son los sonidos orquestales, cercanos a la paleta sonora de una banda de jazz, ejecutados con una elegancia y una calidad que asusta. Asusta y sorprende que se graben discos así por aquí, cuando lo que prima hoy en día es lo fácil e inmediato, lo carente de matices y sutilidades, un pop cada vez más polarizado entre lo mega pijo y lo mega calorro. Entre los temas, uno marchoso de Suburbano, dúo de conocidos y reconocidos autores de grandes canciones populares de ayer y de hoy; dos propuestas con metáforas deportivas incluidas que me encantan (temas 7 y 10) y una preciosa elegía titulada “sueño inmaterial” mi preferencia mayor, especialmente por su letra. Y no se puede hablar de este álbum sin señalar la nueva y encantadora versión que Pedro hace de su número uno de 1970 “A los que hirió el amor” titánica y apabullante balada que hiciera anteriormente el roquero galo Johnny Hallyday con ecos, creo yo, de los británicos Procol Harum. Gloriosa.

No quisiera acabar sin agradecer a un amigo, José Bahón, que fue quien me descubrió la música de Pedro y la de su antiguo grupo Dolores, maravilloso grupo de fusión (ya en los años 70) de vanguardia, donde militaban los hermanos Jesús y Jorge Pardo por ejemplo, que incluso grabaron lo que a mi juicio es una rotunda obra maestra (letra de Hilario Camacho, música de Pedro) de la canción española “La niña de los Montoya”. Pero esto constituye ya tema para otro comentario…


abuineitor

No hay comentarios: